lunes, 26 de mayo de 2008

Jescristo: Concebido por Obra y Gracia del Espíritu Santo

"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU SANTO Y NACIO DE SANTA MARIA VIRGEN"

El Verbo de Dios, su Hijo Único se encarnó, es decir, se hizo hombre y habitó entre nosotros. Él tomo nuestra naturaleza humana para salvarnos, para darnos vida, para cumplir las promesas del PADRE. Nuestra naturaleza humana necesitaba ser restaurada, necesitaba volver a la amistad con Dios, pero ningún hombre podía hacerlo por sí mismo, por eso Dios envió a su Hijo para que por Él todos recibamos la salvación. La Encarnación del Hijo de Dios es una manifestación de su amor, por medio de Jesús podemos ver claramente cuánto nos ama Dios y experimentar su infinito amor acercándonos a Él. También el Verbo de Dios se Encarnó para mostrarnos la santidad, para ser nuestro modelo, para enseñarnos personalmente cómo debe ser el verdadero hombre a imagen y semejanza de Dios. Y con su visita nos hace participar de la vida divina, sobre todo con su Ofrenda, su Sacrificio, donde nos devuelve la amistad con Dios y nos regala la vida eterna. Él vino para que nosotros podamos ser hijos de Dios y para que aprendamos a vivir como Hijos de Dios.
LA ENCARNACION
La Iglesia llama Encarnación al hecho de que el Hijo de Dios ha tomado la naturaleza humana para llevar a cabo la obra de salvación, es decir que se hizo hombre igual a nosotros. Este es el gran misterio de fe que la Iglesia cree y proclama, que Jesús es verdadero Dios y que se hizo hombre para salvarnos.
VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE
El hecho de que el Verbo de Dios se haya hecho hombre no quiere decir que Jesús es una parte hombre y atraparte Dios. Al contrario, JESÚS TOMÓ NUESTRA NATURALEZA HUMANA SIN DEJAR DE SER Dios, es decir, en el existen y conviven dos naturalezas: la humana y la divina en la misma persona que es Jesús. Él es verdadero Dios y verdadero Hombre. Esta es una verdad que debió ser muy defendida por parte de la Iglesia ya que nacieron muchas herejías que negaban una u otra naturaleza en el Verbo hecho carne: Jesús.
Las primeras herejías negaron menos la divinidad de Jesucristo que su humanidad verdadera (docetismo gnóstico). Desde la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera encarnación del Hijo de Dios, "venido en la carne". Pero desde el siglo III, la Iglesia tuvo que afirmar frente a Pablo de Samosata, en un concilio reunido en Antioquia, que Jesucristo es hijo de Dios por naturaleza y no por adopción, es decir, que es Hijo de Dios eternamente y de la misma condición del Padre, es Dio. El primer concilio ecuménico de Nicea, en el año 325, confesó en su Credo que el Hijo de Dios es "engendrado, no creado, de la misma substancia que el Padre" y condenó a Arrio que afirmaba que "el Hijo de Dios salió de la nada" (DS 130) y que sería "de una substancia distinta de la del Padre".
La herejía nestoriana veía en Cristo una persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios. Frente a ella S. Cirilo de Alejandría y el tercer concilio ecuménico reunido en Efeso, en el año 431, confesaron que "el Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre". La humanidad de Cristo no tiene más sujeto que la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepción. Por eso el concilio de Efeso proclamó en el año 431 que María llegó a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno: "Madre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional, unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo nació según la carne"
Los monofisitas afirmaban que la naturaleza humana había dejado de existir como tal en Cristo al ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios. Enfrentado a esta herejía, el cuarto concilio ecuménico, en Calcedonia, confesó en el año 451:

Siguiendo, pues, a los Santos Padres, enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto de alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre según la divinidad, y consustancial con nosotros según la humanidad, `en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado' (Hb 4, 15); nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de la Virgen María, la Madre de Dios, según la humanidad. Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona.
La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero hombre. El es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor:
COMO ES HOMBRE EL HIJO DE DIOS
Jesús es verdaderamente hombre, por eso tuvo un alma humana con sus operaciones de inteligencia y voluntad. Pero al mismo tiempo este ser humano que es Cristo pertenece al Hijo de Dios, por lo tanto todo lo que hace Jesús como hombre lleva impresa la vida trinitaria, porque Dios le comunica su vida.
El Hijo de Dios... trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado.
El alma que Cristo, como hombre, tuvo estaba dotada del conocimiento humano, que por supuesto, como tal, no podía ser ilimitado a la medida de Dios. Por eso, y en esto consiste el anonadamiento de Dios que se hizo semejante a nosotros y compartió nuestra vida, en que fue progresando como cualquier ser humano, aprendiendo las cosas como nosotros, y a su debido tiempo. NO fue un niño sobrenatural, fue un verdadero hombre que aprendió a valerse por sí mismo a través de la experiencia.
Pero al mismo tiempo, Jesús sabía todo lo referido a Dios por la unión de las naturalezas divinas y humanas, conocía a su Padre celestial y conocía el interior de los hombres, es decir, el corazón de cada uno. Debido a su unión con la sabiduría divina conocía todo aquello que había venido a revelarnos.
Jesús también tenía dos voluntades, una humana y otra divina, que existían y convivían en la misma persona, pero sin contradicciones entre sí, ya que la voluntad humana estaba totalmente sometida a la divina. Jesús vino a hacer la voluntad del Padre y como hombre se sometió libremente a esa voluntad.
Jesús tuvo un verdadero cuerpo humano, por lo cual podemos venerar su divinidad en su imagen representada, porque tuvo un rostro verdadero. Así como también tuvo un verdadero corazón humano con el cual nos amó y nos presentó al Padre.

RESUMEN DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

* En el momento establecido por Dios, el Hijo único del Padre, la Palabra eterna, es decir, el Verbo e Imagen substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza divina asumió la naturaleza humana.

* Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre en la unidad de su Persona divina; por esta razón él es el único Mediador entre Dios y los hombres.

* Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la única Persona del Hijo de Dios.

* Cristo, siendo verdadero Dios y verdadero hombre, tien e una inteligencia y una voluntad humanas, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y a su voluntad divinas que tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo.

* La encarnación es, pues, el misterio de la admirable unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única Persona del Verbo.

“... CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU SANTO, NACIO DE SANTA MARIA VIRGEN”

CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU SANTO...
María, en el momento de la anunciación, es invitada a ser la Madre del Salvador. Y el Ángel le anuncia cómo ocurrirá esto: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Esta es la verdad de la Encarnación del Hijo de Dios. Él fue concebido por obra del Espíritu Santo. Él Espíritu Santo fue enviado a santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, para que el Verbo de Dios pudiera tomar la humanidad de ella. En el seno de la Virgen María, Jesús fue constituido el Cristo, el Ungido por el Espíritu Santo.
... NACIDO DE LA VIRGEN MARIA
Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo.
Dios eligió y preparó a María desde siempre para que fuera la Madre de su Hijo. Él quiso necesitar de la cooperación de una criatura, pero una cooperación libre. Por eso, María con su consentimiento hizo posible que todas las promesas de Dios se cumplieran. María es la joven virgen anunciada por los profetas como la madre del salvador.
El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la encarnación, es decir, que María dijera que si al plan de Dios con libertad para que su Hijo pudiera tomar de ella el cuerpo; para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida.
La Inmaculada Concepción
María fue elegida y preparada por Dios para esta misión tan grande que le fue encomendad, por eso, fue dotada de dones y gracias especiales desde el momento de su concepción. Ella fue llena de Gracia, sin pecado, pura desde el momento en que fue concebida y para toda la vida. María nació sin la mancha del pecado original con la cual todos nacemos. Era necesario que la Madre del salvador sea llena de la Gracia de Dios, libre de todo pecado, no por ella misma sino por la misión y vocación que de Dios ha recibido.
A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano.
La maternidad divina de María
Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús"(Jn 2, 1; 19, 25; cf. Mt 13, 55, etc.), María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo (cf Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios ["Theotokos"]
La virginidad de María
La Iglesia proclama y defiende la fe en que Cristo fue concebido ene. Seno de María por obra y gracia del Espíritu Santo, sin elemento humano. Jesús es el Hijos de Dios nacido de María, VIRGEN.
En María se cumplen las profecías de la Madre virgen, de la cual nacería el Mesías. Los Evangelios nos dicen la verdad de esta realidad, Jesús fue concebido por el Espíritu Santo.
La fe en la concepción virginal de Jesús ha encontrado viva oposición, burlas o incomprensión por parte de los no creyentes, judíos y paganos, pero no ha tenido su origen en la mitología pagana ni en una adaptación de las ideas de su tiempo. El sentido de este misterio no es accesible más que a la fe, porque para Dios nada es imposible.
María fue siempre virgen. O solo permaneció virgen en la concepción del Hijo de Dios, sino en el momento del parto y después del parto, toda su vida fue de pureza y santidad.
El nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. Y aunque a veces se nombre en los evangelios a los hermanos de Jesús, la Iglesia nos enseña que esta palabra “hermanos” no es literalmente entendida como hijos de una misma madre, sino que se refiere a parientes, primos o de un parentesco. Jesús es el único Hijo de María y esto debemos defenderlo como verdad de fe contra los que tienen la fe dormida o que se excusan en su ignorancia para hacernos creer cosas de María que no son verdad. MARÍA es la Madre de Cristo y en Cristo es la Madre de todos los redimidos por Él, pero de una manera espiritual.
La maternidad virginal de María en el designio de Dios
Dios quiso que su Hijo naciera de una Madre virgen, así lo preparó y así lo obro, como su iniciativa de amor y de misericordia. Así se demuestra que Jesús es Hijo solamente de Dios, que es su Padre Eterno. Jesús inaugura por su concepción virginal el nuevo nacimiento de los hijos de Dios, que no se da por la carne sino por el Espíritu.
María es virgen porque su virginidad es el signo de su fe "no adulterada por duda alguna" y de su entrega total a la voluntad de Dios. Su fe es la que le hace llegar a ser la madre del Salvador.
María es a la vez virgen y madre porque ella es la figura y la más perfecta realización de la Iglesia (cf. LG 63): "La Iglesia se convierte en Madre por la palabra de Dios acogida con fe, ya que, por la predicación y el bautismo, engendra para una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. También ella es virgen que guarda íntegra y pura la fidelidad prometida al Esposo" (LG 64).

RESUMEN DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

* De la descendencia de Eva, Dios eligió a la Virgen María para ser la Madre de su Hijo. Ella, "llena de gracia", es "el fruto excelente de la redención" (SC 103); desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.

* María es verdaderamente "Madre de Dios" porque es la madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo.

* María "fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen al parir, Virgen durante el embarazo, Virgen después del parto, Virgen siempre" (S. Agustín, serm. 186, 1): Ella, con todo su ser, es "la esclava del Señor" (Lc 1, 38).

* La Virgen María "colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres" (LG 56). Ella pronunció su "fiat" "loco totius humanae naturae" ("ocupando el lugar de toda la naturaleza humana") (Santo Tomás, s.th. 3, 30, 1 ): Por su obediencia, Ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes.

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