viernes, 23 de mayo de 2008


Manos... Manos pecadoras y santas. Manos humanas que tienen el poder y la capacidad de mediar, bendecir, alimentar y hacer presente el Santísimo Sacramento.
Dios que se deja tocar, se entrega, se hace palapable a través de sus manos sacerdotales.
Bendito Dios, enséñanos a venerar las manos de nuestros sacerdotes, que te sostienen, te muestran y te aman.
Gracias, Señor, por tu presencia viva en medio nuestro y gracias por no tener en cuenta nuestros pecados sino la Fe de tu Iglesia.
Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento del Altar.

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