sábado, 6 de septiembre de 2008

¡Qué grandeza!

Características de la participación en la Eucaristía
Cuando celebramos la Eucaristía debemos prepararnos adecuadamente para poder participar con las debidas características y disposiciones. Estas deben ser:
Externas: para el Sacerdote consistirán en el perfecto cumplimiento de las rúbricas y ceremonias que la Iglesia señala. Para los fieles respeto, modestia y atención para participar activamente.
Internas: Identificarse con Cristo. Ofrecerle al Padre y ofrecerse a sí mismo en Él, con Él y por Él.
Profunda: entrega total.
Vital - Existencial: no de palabras solamente, sino de todos y cada uno de mis actos de mi vida.
Confianza ilimitada: tener confianza en la Bondad y Misericordia de Dios.
Hambre y sed de comulgar: Esta es la que más afecta a la eficacia santificadora de la Gracia; ensancha nuestra capacidad del alma y la dispone a recibir la Gracia Sacramental en proporciones enormes. La cantidad de agua que se saca de la fuente depende del tamaño de la vasija.

Frutos de la Eucaristía
Al recibir la Eucaristía, nos adherimos íntimamente a Cristo Jesús, quien nos transmite su gracia.
La comunión nos separa del pecado, es este el gran misterio de la redención, pues su Cuerpo y su Sangre son derramados por el perdón de los pecados.
La Eucaristía fortalece la caridad, que en la vida cotidiana tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales.
La Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales; cuanto más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper nuestro vínculo de amor con Él.
La Eucaristía es el Sacramento de la unidad, pues quienes reciben el Cuerpo de Cristo se unen entre sí en un solo Cuerpo: La Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo.
La Eucaristía nos compromete en favor de los pobres; recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo que, son la Caridad misma, nos hace caritativos.






¿Porqué ir a Misa?
La Misa es el acto más grande, más sublime y más santo, que se celebra todos los días en la tierra. Nada hay más sublime en el mundo que Jesucristo, y nada más sublime en Jesucristo que su Santo Sacrificio en la Cruz, actualizado en cada Misa, puesto que la Santa Misa es la renovación del Sacrificio de la Cruz. Misa, Cena y Cruz son un mismo sacrificio.
Con razón decía San Bernardo: "Más merece el que devotamente oye una Misa en gracia de Dios, que si diera todos sus bienes para sustento de los pobres".
"Oír una Misa en vida o dar una limosna para que se celebre, aprovecha más que dejarla para después de la muerte." (San Anselmo)
"Más aprovecha para la remisión de la culpa y de la pena, es decir, para la remisión de los pecados, oír una Misa que todas las oraciones del mundo" (Eugenio III Papa)
Con la Misa se tributa a Dios más honor, que el que pueden tributarle todos los Ángeles y Santos del cielo. Puesto que el de éstos, es un honor de criaturas, más en la Misa se le ofrece su mismo Hijo Jesucristo, que le tributa un Honor Infinito. (San Alfonso Mª Ligorio).
Con la asistencia a la Misa, rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor Jesucristo. Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de Ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.
A la hora de tu muerte, tu mayor consolación serán las Misas que hayas oído durante tu vida. Cada Misa que oíste, te acompañará al Tribunal Divino, y abogará para que alcances el Perdón. Con cada Misa, puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción con el Fervor con que la oigas. Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del Sacerdote, que Dios ratifica en el Cielo.
Santa Teresa suplicaba un día al Señor, le indicara cómo podría pagarle todas las mercedes que le había dispensado y le contestó "oyendo una Misa".
"Todas las buenas obras del mundo reunidas, no equivalen al Santo Sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres, mientras que la Misa es obra de Dios. En la Misa, es el mismo Jesucristo Dios y Hombre Verdadero el que se ofrece al Padre para remisión de los pecados de todos los hombres y al mismo tiempo le rinde un Honor Infinito". (El Santo Cura de Ars)
El calvario fue el primer Altar, el Altar verdadero, después todo el Altar se convierte en Calvario.
No hay en el mundo lengua con que poder expresar la grandeza y el valor de la Santa Misa. Si la verdad es que Cristo se ofrece al Padre Eterno todos los días en la Santa Misa por la salvación de los hombres, por la salvación de todo el mundo ¿vamos a dejarlo sólo?
Busquemos la media hora diaria para unirnos a Jesús en la Santa Misa, para adorar al Padre y darle el honor que se merece, para darle gracias por tantos favores recibidos, para pedir perdón por tantos pecados y darle plena satisfacción por ellos e implorar gracia y misericordia para todos los hombres del mundo, en fin, para agrandar el Cielo y hacer más Gloriosa la Pasión de Cristo.
A vos, que tanto te gusta hacer el bien, ¿vas a dejar pasar diariamente la ocasión de unirte a la obra más grande que se realiza en la Tierra por el mismo Cristo? Lee, piensa y medita muchas veces esta INVITACIÓN del Señor; y ten presente, siempre que..."AMOR CON AMOR SE PAGA". Que Dios te bendiga y premie tu generosidad
¿Que pierdo si no comulgo?
Si dejas una vez de recibir la Santa comunión, considera lo que pierdes:
1) Pierdes una ocasión de ver personalmente y de recibir a Jesús, autor de la vida espiritual y de toda santidad.
2) Pierdes un aumento especial de Gracia Santificante, que embellece tu alma y la hace mas grata a los ojos de Dios.
3) Pierdes la Gracia Sacramental, que te ayudará para vencer las tentaciones.
4) Pierdes la preciosa oportunidad de recibir el perdón de tus pecados veniales.
5) Pierdes la ocasión de recibir la remisión parcial de las penas temporales de tus pecados.
7) Pierdes los gozos espirituales que cada comunión suele producir.
8) Pierdes un aumento de gloria por toda la eternidad.
9) Y quizás pierdas:
a) el control sobre tus pasiones, por debilidad, por falta del alimento que restaura tus fuerzas.
b) una gracia especial que por mucho tiempo vienes pidiendo. No porque Dios no la quiera dar como castigo a tu falta de comunión, sino por debilidad en tu confianza y falta de perseverancia en la oración.
c) la conversión ó salvación de algún alma.
d) la salvación de algún alma de un pariente en el purgatorio…
¡De qué gracias te privas si omites una sola Comunión!

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